miércoles, 1 de febrero de 2012

El negocio de la cultura

Las leyes antidescargas, y el cierre de Megaupload, son el reflejo de una industria musical (y también la del cine), que defiende panza arriba su modelo de enriquecimiento desmedido, con el que, actualmente, solo 4 gatos están de acuerdo, además de ellos mismos.
Es como si, pudiendo conducir en un coche moderno, nos hiciesen conducir un troncomóvil, porque a los grandes empresarios culturales les sale más rentable.
El problema de este país es que todo sube, menos los sueldos, y si una persona no tiene para llegar a fin de mes, malamente va a ponerse a comprar películas o discos. Si los precios no fueran abusivos, seguro que la gente preferiría ir al cine y ver una película en su máxima calidad audiovisual, que descargarla grabada con una cámara en el propio cine en una calidad pésima.
Si el contra argumento fuese “la gente se lo descarga en su casa, aún en peor calidad, porque es más cómodo que tener que ir hasta el cine” podríamos contestar con una sencilla pregunta:
¿Entonces por qué no permitís descargar la película de manera oficial, y pagando? (Aunque sea más barato que en un cine, pues visualización es mil veces mejor en él)

En conclusión, si nada cambia es porque no interesa a quien manda, y hasta que no se den un con un canto en los dientes, seguirán impidiéndonos a toda costa las descargas, y ensuciando nuestra imagen, llamándonos piratas.

Aquí, la visión de un joven músico, que transformó en canción su visión del panorama musical.
Santaflow - Industria musical

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